viernes, 8 de julio de 2011

Marcel Pagnol en su propia voz

Al igual que habíamos escuchado al mismísimo Léon Tolstoi, escucharemos hoy al gran cineasta de Aubagne (al lado de Marsella), Marcel Pagnol (en fr.).


Es posible que su apellido provenga precisamente de que sus familia es descendiente de españoles de Romanos (Zaragoza) que emigraron al sur de Francia en el s. XV

Pagnol, mirador de lo natural, reinventa el cine “audiovisual” predicho por Einseintein:
Pagnol pasó del teatro al cine. Luego fue (en Francia) el gran impulsor del cine sonoro primero y del cine en color después: el Rouxcolor, una patente muy francesa de los hermanos Roux. 


Por cierto que esta incursión técnica de los hermanos Roux en 1930 no llegó a grandes cuotas de éxito a pesar del esfuerzo de Pagnol por publicitarlo. Concretamente en su película "La belle meunière" (la bella molinera). Hay que decir que el sistema Roux necesitaba demasiadas complicaciones técnicas a la hora de proyectarse para resultar cómodo. Al final triunfaría un sistema mejorado desde 1915: el Technicolor.

Años 50: Así define Pagnol el salto desde el teatro al cine:

Nous sauterons la rampe, nous tournerons tout autour de la scène, nous ferons éclater tout les murs du théâtre, nous mettrons en morceaux les décors et l’acteur, et la voix fera exploser l’espace.

Saltaremos la rampa, le daremos la vuelta a la escena, haremos estallar todos los muros del teatro, despedazaremos los decorados y al actor, y la voz hará estallar el espacio.

Y esta es todavía una mejor explicación que podemos escuchar en su propia voz. La subtitulo y la traduzco. (Aguantad la publi, son unos segundos).

Le privilège du metteur en scène sur le théâtre, c’est qu’il peut isoler le centre d’intérêt et lui faire remplir tout l’écran. Tandis qu’au théâtre, quand on fait une soirée mondaine par exemple : c’est la chose la plus ridicule du monde n’est-ce pas ? Y’a une demi douzaine de figurants qui se promènent, qui font semblant de parler pendant qu’il y a une scène qui se déroule autour du souffleur entre jeunes premiers et jeunes premières. C’est ridicule. Ce qui est merveilleux au cinéma c’est que tout à coup on fait voir la soirée mondaine et tout à coup on isole ceux qui parlent et les autres, ont ne les voie plus. On les entend, on sent qu’ils sont là, mais ils ne vous gène pas. Par exemple, nous, nos grands-parents, ça faisait des gros plans au théâtre, ils avaient des lorgnettes. Ils avaient des lorgnettes et qu’ils braquaient toujours sur leur centre d’intérêt, sur ce qui les intéressait. Et puis il faut savoir à quel instant le grand-père tirait sur sa lorgnette et ce qu’il regardait, lorsqu’on fait la mise en scène d’un film.

La ventaja del realizador (de cine) sobre el teatro es que puede aislar el centro de interés y llenar con él toda la pantalla. Mientras que en el teatro, cuando presentamos una velada mundana por ejemplo: resulta de lo más ridículo, ¿verdad? Tenemos a media docena de figurantes que se pasean, que simulan estar charlando mientras la escena se desarrolla en torno al apuntador entre actores y actrices principales. Es ridículo. Lo que es maravilloso en el cine es que de repente mostramos la velada mundana y de repente aislamos a los que están hablando y a los demás, ya no se les ve. Los intuimos, sabemos que están ahí pero no nos molestan. Por ejemplo, nosotros, nuestros abuelos, ellos hacían primeros planos en el teatro. Tenían prismáticos. Tenían prismáticos que dirigían siempre hacia su centro de interés, sobre aquello que les interesaba. Pues bien, hay que saber en qué momento el abuelo tiraba de prismático y qué es lo que miraba, cuando realizamos una película.
En cuanto a los sabrosos y siempre polémicos personajes de Pagnol:
Un poco de La femme du boulanger (la mujer del panadero) de 1938.
Dos compañeros visitan al cura Barnabé. Todos tienen un acento marsellés muy marcado. La disputa me recuerda vagamente otra ocurrida dos mil años antes entre un tal Alejandro y otro tal Diógenes. Los escuchamos, subtitulamos y traducimos:
(Aguantad otra vez la publi, siguen siendo unos segundos).
-         Oh bas l’abbé.
-         Alors quoi.
-         Et ben écoute-moi. Ces trois ormes ils te servent à rien. Ils  sont juste au bord de ton prés. Alors qu’est-ce que ça peut te faire de les tailler? Au contraire, ça te ferait du bois pour cet hiver.
-         Ah mais ces arbres ils sont à moi ! Ils sont chez moi. Je les taillerai si ça me fait plaisir. Ah mais tout de même tu ne vas pas m’obliger de couper des arbres qui sont chez moi?
-         Ah oui. D’accord. Les arbres ils sont chez toi. Mais leur ombre est sur mon jardin. Parfaitement ils sont mal placés tes arbres. Ils sont juste au milieu de mon potager. Ce qui fait que toute l’année et du matin au soir, cette ombre tombe sur mes légumes… ils me mangent mon soleil tes arbres et on n’a pas le droit de manger le soleil de personne.
-         Écoute Barnabé, ce n’est pas de ta faute mais pour lui, tes ormes sont mal placés.
-         C’est peut-être ton jardin qui est mal placé. Mes arbres, personne n’y touchera.
-         Ah bon c’est comme ça ? Et bien on ira au juge de paix. Et en attendant je te retire la parole.
-         ¡Eh tu el cura!
-         ¿Qué hay?
-         Escúchame. Esos tres olmos no te sirven para nada. Están en las lindes de tu prado. Por lo tanto, ¿qué te importa cortarlos? Es más, te daría leña para este invierno.
-         ¡Ah, pero esos árboles son míos! Los cortaré si me da gusto. ¡Solo faltaba que me obligaras a cortar unos árboles que están en mi casa!
-         Ah bien. De acuerdo. Los árboles están en tu casa. Pero su sombra está en mi jardín. En efecto, están mal situados tus árboles. Están exactamente en medio de mi huerta. Y por ello, todo el año, desde la mañana hasta la noche, esa sombra cae sobre mis legumbres… se comen mi sol tus árboles y nadie tiene el derecho de comerle el sol a nadie.
-         Escucha Barnabé. No es tu culpa pero para él, tus olmos están mal situados.
-         Quizás sea tu jardín el que está mal situado. Mis árboles, nadie los tocará.
-         ¿Con que esas tenemos? Pues bien, iremos al juez de paz. Y mientras tanto, te retiro el saludo.   
          La mujer del panadero (Marcel Pagnol) 1938.

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